martes, 26 de febrero de 2013

¿Desde dónde ver la guerra en Malí?




No es lo mismo vivir un conflicto a miles de kilómetros que estando a unos cientos como estoy. No es que me suscite miedo ni temor pero ciertamente no es lo mismo. Por eso he intentado conocer un poco más, profundizar en las causas porque el exceso de información o la ausencia de la misma impiden ver con claridad. Ya alguien dijo que no es fácil pescar en aguas revueltas. Y en Malí las aguas están revueltas desde hace más tiempo de lo que nos creemos.
Ciertamente, la “ayuda” francesa para evitar que Malí caiga en las garras del islamismo fundamentalista es una media verdad que supongo que la mayoría de lectores de Antena han descubierto desde hace algún tiempo.
Es sospechosa la unanimidad internacional, la ausencia de voces discordantes y, lo que me parece más escandaloso, la ausencia de imágenes. Estamos ante una guerra “aséptica”, sin sangre, sin gritos, sin dolor. La guerra en Malí es un paradigma del continente africano en el concierto internacional. Su dolor es silenciado y, de esta forma, inexistente. Porque “ojos que no ven, corazón que no siente”.
A estas alturas, nadie se cree tampoco que Francia no tenga otra cosa que hacer que ponerse a hacer la guerra y que el contingente africano de la CEDEAO ya le gustaría dedicarse a otra cosa, en vez de irse a Malí a pelear en un lugar donde no saben muy bien porqué tienen que ir. No están los tiempos para ingenuidades y, la situación en Malí, no se resuelve tan poco diciendo: “Ay, tendrían que haberse sentado a negociar y ponerse de acuerdo”. No son tan imbéciles los gobernantes, leches.
Así que intentaré coger un poco de carrerilla para comprender la realidad. Espero que en este pequeño safari, los nombres extraños y las siglas imposibles no te desanimen. Hay que pasar por ello para poder conocer. Ya lo dijo Ernesto Cardenal, “hoy en día el conocimiento científico de la realidad es imprescindible para el profeta” (creo que lo dijo en un libro titulado “Cántico Cósmico”). Así que allá voy, “a conocer científicamente la realidad”.
El pueblo amazigh.
El Malí está poblado por dos tipos de grupos humanos muy distintos: uno es nómada y otro es sedentario. No es que uno sea de izquierdas y otro de derechas. No es que unos sean blancos y otros negros. No es que unos sean nacionalistas y otros centralistas. No. Son diferencias culturales mucho más significativas.
El norte está poblado, en su gran mayoría, por las culturas arabo-bereberes; y el sur, por las culturas subsaharianas. Ciertamente, esto es un reduccionismo que nos sirve para entendernos y comprender la realidad. ¡No quiere decir que todos necesariamente todos sean nómadas en el norte!
Los bereberes son un conjunto de etnias autóctonas de África del norte. Sí, autóctonas. Autóctonas quiere decir que tienen un currículo que no es para envidiar. Han padecido la conquista romana, la cristianización, la invasión vándala, la conquista árabe y la conversión al Islam. Ahí es nada. Sí, cada uno de ellos ha dejado cosas maravillosas pero también es cierto que todas estas maravillas han sido “ofrecidas” a través la fuerza, la opresión y la violencia. La historia historia es, nos modela y nos configura, no podemos evadirnos de ella ni cambiarla pero podemos interpretarla y su interpretación hará de nosotros personas inteligentes o personas resignadas. A cada uno la elección.
En lengua berbere, se llama “amazigh” a la persona berbere. De hecho, desde mediados del siglo XX hay una corriente de pensamiento (una “marea” se diría hoy) que propugna el reconocimiento internacional del pueblo “amazigh” como una entidad cultural propia. Pero aún están muy lejos de conseguir lo que consiguió la Autoridad Palestina en las Naciones Unidas. Puede que con el tiempo…
Los “imazighen” (en plural, por favor) son, por lo tanto, un mosaico de pueblos presentes en el Sahel y que se extienden desde Marruecos hasta Egipto. De todos estos pueblos, los más numerosos son los tuaregs que están presentes en el nordeste de Malí, en el sur y sureste de Argelia, en una gran parte del Níger y en menor medida en Libia y Burkina Faso. En total, son alrededor de un millón y medio y más de la mitad vive en Malí.
Pero los tuaregs no han comenzado hoy su lucha en Malí.
El Azawad.
Tampoco me voy a meter a hacer un tratado de historia pero al menos citar las sublevaciones más conocidas para que todos caigamos en la cuenta que esta historia viene de atrás y que tiene más raíces que “el freno al islamismo radical”.
La primera, de la que tenemos noticia, fue la “revuelta de Kaocen” en 1916 y 1917. Sí, hace un siglo. No, si ya te digo que esto viene de atrás.
Desde 1958, el MPA (Movimiento Patriótico del Azawad –la “región tuareg”) pide el establecimiento de un “Estado Tuareg”. Sí, como los catalanes o los vascos o los irlandeses del norte o los palestinos o los kurdos o los kosovares (que lo lograron) o los… Vale, no hay que ponerlos a todos en el mismo saco… pero todos piden lo mismo, ¿no?
Entre 1962 y 1963 tuvo lugar en Malí la “mal llamada” “1ª rebelión tuareg” que fue reprimida muy duramente por el ejército de Malí. Todo esto, recordémoslo, va dejando heridas que son difíciles de cicatrizar.
Durante los años 70, los tuaregs se refugian en Libia y Argelia a causa de la sequía que azota el norte de Malí. Y en esos países son entrenados para el combate y enrolados en el ejército.
En 1988, se crea el MPLA, Movimiento Popular de Liberación del Azawad. Y dos años después comienza la “2ª rebelión tuareg” que durará hasta 1995. Hubo otra sublevación en 2006. Y otra aún entre 2007 y 2009 en Níger y Malí.
Ya ves, muchas intifadas pero pocas nueces. No hubo intervención francesa (como tampoco la hay hoy en Israel). “Era un problema interno”, se decía entonces. Ya sabemos que las Twin Towers, Bin Laden y Bush Jr cambiaron la historia y se empezó a hablar de “derecho de injerencia” y de “golpeo preventivo”. Bueno esta parte todos la conocemos mal que bien.
El 17 de enero de 2012.
Es la fecha oficial de esta nueva “sublevación tuareg” ¿la tercera? ¿la cuarta? ¿la quinta? Este empeño occidental por cuantificar a veces es un poco obsesivo, reconozcámoslo.
En principio, tendría que haber sido “otra más”. Pero, tomó una connotación diferente debido a diferentes causas: la debilidad institucional del gobierno de Malí, la dejadez del gobierno central con respecto al norte del país, los secuestros de occidentales en el Sahel, pero, sobre todo, a causa de la entrada en el conflicto de grupos islamistas cercanos a Al-Qaida y a la entrada de combatientes venidos de la guerra en Libia. Sí, Libia. No hay que olvidarse de Ghadafi. Sí, el gran monstruo, era al mismo tiempo el gran estabilizador de la región. Muerto el estabilizador, el caos se extiende como una mancha de aceite.
Sí, es fácil empezar guerras y presentarse como “defensor de la democracia y los derechos humanos” pero… hay que medir bien las consecuencias (cf. Lc 14,31-32).
Y aquí ya entramos en el baile de siglas que te anunciaba al inicio. Ánimo. Ahí voy.
El que empezó la sublevación fue el MNLA (Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad), que nació en octubre de 2011 de una fusión del MNA (Movimiento Nacional del Azawad) y de la ATNM (Alianza Tuareg de Níger-Malí). Su intención era clara (e incluso fue tolerada por la comunidad internacional): la independencia del Azawad, es decir, de las regiones de Kidal, Tombuctú y Gao. “Otra sublevación más tuareg” que no implicaba una movilización de tropas francesas ni de nada parecido.
Pero, he aquí que la cosa se complicó. Aparecieron tres grupos islamistas de tonos distintos que pusieron en guardia a Francia (tras haber recibido el beneplácito del resto de gobiernos más influyentes del planeta): Ansar Dine, que significa “defensores de la religión” y que es considerado como un movimiento salafista que puede hacer de bisagra entre el islamismo fundamentalista y la “comunidad internacional”; el MUJAO, Movimiento por la Unidad y la Yihad en África del Oeste; y el AQMI, Al-Qaida en el Magreb Islámico.
Sí, lo que empezó siendo “otra sublevación más tuareg” se convirtió en una lucha del islamismo radical por hacerse con el control del norte de Malí pero quizás también con el poder en Bamako.
¿Cuáles son las diferencias entre ellos? Ansar Dine nació en marzo 2012 y propugna la instauración de la sharia. No debe confundirse con el movimiento sufí del mismo nombre creado en 1992 en Malí por el líder religioso Sheriff Osama Haidara y que no tienen nada que ver el uno con el otro.
El AQMI nació en 2007 como una prolongación del GSPC (Grupo Salafista por la Predicación y el Combate) que fue una disidencia del GIA (Grupo Islámico Armado) argelino. Es una organización considerada como terrorista por la mayor parte de gobiernos influyentes del mundo y obtiene sus recursos económicos de los secuestros y del tráfico de armas, de heroína en el este del Sahel y de cocaína en el oeste.
El MUJAO nació a mediados de 2011 fruto de una escisión del AQMI, ya que perseguía el control islamista no sólo en el Magreb sino en toda el África del Oeste. Fue este grupo el que tomó el control de Gao aplicó la sharia.
El 11 de enero de 2013
Esta es la fecha que hace bascular la sublevación tuareg hacia una invasión del islamismo radical y que hace que Francia se decida a intervenir directamente tras haber obtenido el consenso de “Occidente” (y “Oriente”).
Ese día el MUJAO pasa el Rubicón y toma la ciudad de Konna, punto estratégico hacia Bamako y más allá de la “célebre frontera” entre los grupos nómadas y los sedentarios.
Ese día se armó la de San Quintín. Y todos los medios nos hablaron de la decisión francesa de “liberar Malí del islamismo radical”. Ni una imagen de guerra, ni una gota de sangre, sólo aplausos a medida que las tropas francesas iban tomando el control de las distintas ciudades del norte. La destrucción del patrimonio cultural en Tombuctú alimentó la “indignación del mundo democrático”. La obra de teatro se iba desarrollando según el guion previsto pero lamentablemente no era una obra, no se trataba de teatro y no sé si se tenían todos los papeles del guion si uno ve lo que está pasando en la actualidad. Incluso François Hollande se paseó por Tombuctú cual McArthur de los “viejos tiempos”.
Para añadirle un poco de color a todo esto, la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África del Oeste) se mostró dispuesta a colaborar con tropas de los distintos países de la zona: Nigeria, Togo, Níger, Burkina… en total unos 3 000 hombres que se unieron al contingente francés, que denominó a la intervención “operación Serval”.
Siempre me llamó la atención la creatividad de los franceses para dar nombre a sus “operaciones militares” (mucho más creativos ciertamente que los EEUU). El serval es un felino de tamaño medio que sólo está presente en África. Es la única especie de su género. Es de constitución esbelta, con la cabeza pequeña en relación al resto del cuerpo y las orejas grandes. Sus patas son largas lo que le permite ver mejor. Corre bien y aunque no suele subirse a los árboles, puede escalar bastante bien. Me parece una forma artística de describir al contingente francés.
Lo que no suele decirse y que Laurent Louis dijo.
¿Laurent Louis? Pues sí, Laurent Louis. Este hombre es un diputado independiente del parlamento belga que el 17 de enero de 2013 explicó al parlamento porqué votaba en contra de la intervención francesa.
Su intervención merece la pena leerla entera porque en este artículo no podré ni tan siquiera resumirla. Más o menos vino a decir que no se puede justificar una intervención diciendo que persigue el freno del islam radical si, al mismo tiempo, en Siria estos mismos gobiernos occidentales están apoyando a grupos parecidos para derrocar a Bashar Al-Assad. Si en Egipto, Túnez y Libia son los que han sido puestos en el poder por estos mismos gobiernos occidentales.
Y habló de otros intereses que no es que estén ocultos pero tampoco se les da demasiada importancia como es el interés de Areva, la empresa francesa líder mundial en energía nuclear, por explotar una mina de uranio situada en Falea, una localidad de 17 000 habitantes situada a 350 km de Bamako y que desde hace años, la multinacional francesa, intenta hacerse con la licencia de explotación. Puede que, por casualidad, tras esta intervención francesa, esta empresa privada logre su objetivo.
Podría continuar este artículo citando más y más datos y nombres y localidades pero no es mi objetivo ser un especialista del tema. Sólo he querido ver desde otro ángulo la guerra en Malí, disfrazada de “lucha contra el islamismo radical” pero que tiene mucho más de “ruptura social” hasta que no se afronte seriamente la “cuestión Azawad” y que oculta unos intereses económicos que quizá sean comparables a los petrolíferos que tenía occidente en Kuwait o en Irak o en…
Que el conocimiento científico de la realidad nos permita de ser profetas.

Ramón Lázaro Esnaola