Ayer estuve con los agentes de salud en Seydukaha, a 52 km de
Marandallah haciendo una campaña de detección de VIH, consultaciones
foráneas y consultaciones prenatales.
Me
impresionó la aldea porque era la primera vez que iba allí. Es una
aldea enclavada, lejos de todo trazado más o menos frecuente. Sólo se
puede llegar por una pista que, como os he dicho, está muy lejos de la
pista principal.
Las
"casas" están hechas de plásticos porque son personas que se han
desplazado para venir a buscar oro. Estuve hablando con algunos que
llevan ya tres años viviendo en estas condiciones pero me dijeron que en
Seydukaha consiguen más dinero que en sus aldeas de origen y por eso
siguen allí.
El
paisaje es desolador porque todo es artesanal y muy peligroso. En las
fotos veis cómo cavan para alcanzar el oro y como sostienen las paredes
con troncos que, la verdad, no dan ninguna seguridad.
Como
fuimos el viernes, no había nadie trabajando, ya que es el día de
descanso semanal. Vivimos en una zona de gran influencia musulmana.
Me llamó la atención ver una casa con una antena parabólica. Creo que es indicativo de las prioridades que se tienen por aquí.
Las personas viven "de paso", que diría Aute.
Estuve
preguntando algunos precios como el kilo de arroz, de pescado, de
carne. Y todo es bastante más caro que en Marandallah. No sé, me
impresionó.
La
campaña fue bien, identificamos a dos personas seropositivas y algunos
pudieron tener acceso a algunos medicamentos, así como algunas mujeres
pudieron pasar la consultación prenatal.
La vida de Jesús se resume
en pasar de una aldea a otra haciendo el bien y dando vida y vida en
abundancia. Eso es lo que intentamos hacer cada día en Marandallah con
más o menos éxito.
Besicos y abrazos, que el Dios de la Vida acompañe nuestro caminar.
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Fraternellement, Korona.
Fraternellement, Korona.