jueves, 7 de enero de 2010

Cuatro días fuera de palacio

Feliz año a todo el mundo, espero que los Reyes se hayan portado bien con todos. Aquí los celebramos siempre el primer domingo después del uno de enero, así que este año cayó en cuatro. De todas formas, no hay la costumbre de cabalgatas y cosas por el estilo, así que todo es bastante diferente.

Este año me he dado cuenta que aquí no se celebra mucho la nochevieja, lo que se celebra es el año nuevo. Así que el 31 de dieciembre no hay mucho ambiente pero el 1 de enero todo el mundo está en la calle hasta las tantas. Bueno, este año cayó una tromba de agua enorme hacia las diez de la noche y fastidió todo lo que se había preparado (que de todas formas tampoco es que fuera mucho, ya que se ha notado que a la gente no la han pagado desde noviembre...)

Este año hice algo diferente y salí de palacio (perdón, de la comunidad) el 30 de diciembre por la mañana para ir a la Fundación Viviane de la que ya os he hablado alguna vez. Allí me quedé hasta el 2 de enero por la tarde.

Fueron cuatro días maravillosos. Quería compartir la itinerancia de José y María buscando resguardo con estos niñ@s que han sido abandonad@s por sus padres. Tuve la oportunidad de descubrir la vida de barrio. Así, un chaval se tiró todo el día 31 escribiendo con un palo en la tierra "BONNE ANNËE 2010" y decoraba el surco con piedrecitas. También dibujó una bonita flor y su nombre, todo decorado en medio de la calle. A mí me pareció un gesto precioso, a partir de la propia pobreza desear un futuro mejor para todos. Como ya os he dicho la lluvia del uno de enero no dejó ni huella de la obra de arte de ese chico. Pero me dí cuenta que si yo hubiese venido en nuestro Toyota 4x4 (como hacemos cada sábado) no sólo no lo hubiera visto, sino que habría pasado por encima como un elefante sobre un jardín de flores.

Al principio, la gente me saludaba como de costumbre por aquí: "¡Mundele!" pero a medida que vieron que no me iba y que me quedaba con los niños, que echaba una mano para ir a buscar agua a la fuente que estaba unos 400 metros más arriba, que me pasaba el día planchando ropa minúscula. Poco a poco, el saludo cambió "¡sángo!" El "blanco" se había transformado en "padre". Es el tipo de presencia en el que creo y más evangelizadora que muchas homilías.

El 1 de enero me llevé a todos los chavales a misa temiendo que se aburrieran y que empezarían a pegarse como de costumbre. Pero, la verdad, estuvieron muy bien y hasta les gustaron los cantos. A mí se me caía la baba desde el altar y he de reconocer que estaba más pendiente de ellos que de la misma eucaristía. Luego me tiré el día de chófer llevando a los niños a una fiesta que organizaba el hermano de Viviana en honor de los chavales. Disfrutaron de lo lindo con la comida y la música. Yo acabé hecho polvo pero contento por... haber salido de palacio y haber compartido la vida con los preferidos del Reino.

Un abrazo a tod@s y mis mejores deseos para este 2010 que acabamos de comenzar

1 comentario:

Gerardo Molpeceres dijo...

Ramón:

Un abrazo fuerte desde Zaragoza, nos acordamos de ti estas Navidades, me alegro al leer que estos primeros días de Enero han sido gratificantes.

¡Ánimo! Gerardo