domingo, 3 de febrero de 2008

Historia de Odette y Joseph, los senufó y Dianrá

Hola senderistas

Aprovechando un poco de tiempo que tuve en Brasil, escribí esta historia de una de las familias de acá, que puede reflejar muy bien algo de esta realidad. Como es un poco larga, y para no espantar a los navegantes, os la ire colgando por entregas. Espero que la sigáis con interés y cariño.

Se llama Odette. Es una mujer de mediana edad que tiene una risa contagiosa y que anima a todo el que está alrededor suyo. Me quedé con su cara desde el primer día que llegué a Dianra, allá por febrero de 2001 porque había muy poquitas personas en misa y ella era la que entonaba los cantos en senufó con una voz bastante potente. Quería resultar agradable pero la comunicación era difícil porque yo todavía no sabía hablar su lengua. De todas formas, me la presentaron como "Odette, la mujer del presidente: Joseph Kolo".

Odette y Joseph vivían a unos seis kilómetros de Dianra en los años 80. Odette se había casado con el hermano mayor de Joseph que había fallecido dejándola con un niño, Ananie. Entonces, siguiendo la costumbre senufó, Odette pasó a ser la mujer del hermano pequeño de su marido que todavía no tenía mujer. Poco después, Joseph y Odette "recibieron" dos niños de la familia de Joseph, andré y Jean Baptiste. Esta es una costumbre bastante extendida entre ellos: se dan los niños a alguien de la familia que, en teoría, goza de una mejor posición económica y que también necesita de "brazos" para poder ayudar en casa.

Joseph era herrero y fabricaba los útiles para el trabajo en el campo: azadas, azadones, hachas, cuchillos... Como las culturas senufós son eminentemente agrícolas nunca le faltaba trabajo y, además, este tipo de oficio está rodeado de un halo de misterio al trabajar con el fuego y ser capaz de moldear algo tan duro como el hierro a golpe de martillo. Por ello, en las culturas senufó, el herrero es una persona que posee ciertos poderes sobre las fuerzas de la naturaleza.

A la Iglesia.

A mediados de los 80, Odette y Joseph comenzaron a venir a la iglesia. Odette pertenecía a una asociación tradicional compuesta en su mayor parte por mujeres y que se llama "sandogo". Estas mujeres tienen un status especial en la comunidad senufó. Tienen los poderes para orientar a las personas en su vida y ayudarles a encontrar dinero, mujeres, hombres, fama y éxito. Pero Odette no había elegido libremente pertenecer a esta sociedad sino que había sido algo impuesto por su familia. La habían designado para ese rol pero ella no se veía ahí dentro. Mas como uno no puede dejar una cosmovisión y quedarse en vilo, decidió "probar" en la iglesia para ver si se encontraba más con ella misma.

Joseph, su marido, también estaba cansado de la cosmovisión tradicional aunque él pertenecía a una sociedad muy bien considerada en las sociedades senufó. Él era un "dozo", es decir, él pertenecía a la asociación de cazadores que se encargaba de velar por la seguridad del poblado y que poseían poderes extraordinarios de curación y protección (lo cual se añadía a su condición de herrero). Sin embargo, Joseph también estaba cansado de esta cosmovisión ya que veía que trabajaba mucho y que nunca llegaba a disfrutar de la vida y también decidió "probar" en la iglesia para ver si cambiaba su vida.

Cada domingo hacían a pie los seis kilómetros para poder participar de la Celebración de la Palabra que dirigía un laico. Una o dos veces al año veían al cura que habitaba a más de 110 kilómetros. Durante tres años estuvieron siguiendo la catequesis. Fueron años duros porque no entendían casi nada de lo que se hacía en las celebraciones porque todo era en francés menos la explicación de la Palabra de Dios.

Durante el tercer año de catequesis siguieron la sesión "Jesús nos libera" que es una semana entera en la que la persona se reconoce como imagen de Dios y creada para el amor. La persona comparte todos los sufrimientos que le han marcado en la vida; y redescubre el plan de Dios liberador para la humanidad. A continuación, se dan tres criterios para discernir la voluntad de Dios; y, finalmente, la persona abraza una nueva cosmovisión que unifica tradición y fe cristiana llegando a reconocerse nueva creación. Este último paso se hace poniéndose en círculo y en medio un taburete con una gran palangana de agua bendita al lado. Entonces, las personas se van sentando en medio y, el resto danza y canta en círculo y por turno va cogiendo agua bendita y la versa sobre el hombre del que está en medio. Normalmente, este momento termina con una gran sensación de alegría y libertad. Es un momento muy significativo para todos ellos.

Fue en 1989 cuando con otros cristianos senufó de la comunidad se pusieron de acuerdo para mandar a alguien de la comunidad para hablar con un cura de una parroquia vecina (a unos 40 kilómetros) para que viniera a Dianra y les enseñara a "rezar en senufó". La persona elegida fue Samuel que tuvo que vencer en un primer momento la resistencia del cura "porque no era su parroquia". Pero ante su insistencia accedió a venir un domingo con tres o cuatro cristianos de su comunidad.

Ese día fue un "kairós" maravilloso en Dianra: los Senufó podían alabar y rezar al Señor en sus lenguas y en plena libertad, convencidos de que sus oraciones eran escuchadas por el Señor. Fue una lástima que los periódicos y agencias de noticias del momento no se hicieran eco de lo que estaba sucediendo en esta pequeño rincón de nuestro planeta: un grupo de personas comenzaba a re-apropiarse de su fe y... simplemente, estaban contentos y llenos de esperanza.

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