jueves, 27 de marzo de 2008

Fin de la historia de Odette

Hola senderistas
Felices Pascuas a todos!!! Tras este período de silencio cibernaútico, retomo el espacio para terminar la última entrega de la historia de Odette. Como habéis podido ver, es una historia que tiene mucho que ver con el tiempo en el que estamos, donde la vida y la muerte se entremezclan, y donde la esperanza sigue abriendo camino. ¡Espero que la disfrutéis!

La soledad de Odette.

La vida continuó pero para Odette todo se volvió muy difícil. Tenía muchos problemas con André y Jean Baptiste, los dos “hijos” que le había "dado" la familia y que ella había criado se hicieron cargo de la herrería y, poco a poco, fueron ganando algo de dinero. Joseph les había enseñado bien a trabajar y además, "heredaron" todos los clientes. Pero ellos no querían compartir el dinero que ganaban con Odette. Era "su" dinero y ella tenía que arreglárselas por otro lado.

Por otro lado, Ananie, el mayor, no tenía para todos sus gastos porque llegó su segundo hijo y casi no le quedaba nada para dar a su madre. Durante este tiempo, la salud de Odette empezó a deteriorarse porque le salió una úlcera en el estómago. En parte provocada por la muerte de su marido; y en parte por todos estos problemas caseros. De todas formas, tenía que salir adelante y luchar por los estudios de Marie, Anne y para poder escolarizar a Philippe. Así que se dedicaba en cuerpo y alma al cultivo del arroz. Marie le ayudaba los miércoles y el sábado porque esos días no había escuela y Madeleine iba cuando quería porque siguió siendo muy rebelde.

La situación se hacía insostenible. Odette hablaba mucho conmigo. A veces, no dormía bien porque se le aparecía en sueños su esposo y eso dentro de la tradición senufó no es muy bueno porque implica que su espíritu no está en paz, quiere comunicarse porque hay cosas que no van como tendrían que ir.

Joseph había dejado bastantes deudas cuando murió porque no tenía dinero para pagar ya que todo el mundo le compraba a crédito. Y los hijos que trabajaban no querían pagar estas deudas. Me acuerdo que durante este tiempo hicimos muchas reuniones con todos para hablar. Llamamos a algunos "sabios" de la comunidad para dar consejos pero todo era en vano. Los chavales no querían cambiar.

Fue en este tiempo que André aceptó a una chica que le ofreció su "verdadera familia". Este hecho implicaba que André "volvía" a la "lógica tradicional". Su padre adoptivo, Joseph, había luchado por mantenerles al margen de todo esto y, de hecho se había incluso opuesto a que hiciera el "poro" (la iniciación tradicional de los Senufó que dura siete años). Pero el hecho de aceptar a esta chica, implicaba que André había claudicado a las presiones de la propia familia e iba a empezar el "poro".

Odette no fue consultada (y ni siquiera informada) de toda esta situación. Simplemente, un día descubrió que tenía que preparar más comida en casa porque una nueva persona formaba parte de la familia. Entonces, nos pidió un servicio. Me recordó mis palabras de que la comunidad y la iglesia nunca la abandonarían y nos dijo si podíamos ayudarla para que Marie entrase en un colegio privado en Korhogo (a 110 km de Dianra).

Marie era la única esperanza de Odette para el futuro y ella sabía que si recibía una educación de mejor calidad, tendría más posibilidades en la vida. Recuerdo que yo al inicio le puse muchas pegas porque veía que Marie era el único apoyo de su madre en la casa ya que no se podía contar con los mayores y los otros eran demasiado pequeños. Pero también era verdad que a causa de la guerra, los estudiantes habían perdido un año de estudio y cada año se empezaba muy tarde el curso porque los rebeldes exigían condiciones al gobierno y éste a los rebeldes. Y los que lo pagaban eran los estudiantes que o se desanimaban y abandonaban la escuela o recibían una educación de inferior calidad. Sin embargo, los privados eran más autónomos y siempre empezaban en octubre el curso.

Finalmente, encontramos a alguien de Italia que nos echó una mano para los gastos de la escuela pero ahora había que ver dónde podía alojarse en Korhogo. Se me ocurrió hablar con el presidente del Consejo Pastoral de la Parroquia cuya familia era de Korhogo. Aceptó con mucha disponibilidad pero Odette tenía que asegurar el sustento y los gastos de salud, ropa y viajes de Marie. Llegamos a un acuerdo y Marie se fue para Korhogo. Yo, antes le di un sermón de "padre y muy señor mío" sobre la ocasión que tenía, la importancia del estudio, de comportarse bien, de centrarse en lo que tenía que hacer, de pensar en todos los sufrimientos de su madre, etc.

Estamos en 2005, un día entre semana, no recuerdo exactamente la fecha. Era temprano, las siete de la mañana, después de la misa. Odette me llamó aparte junto con Michel, el otro misionero de la Consolata con el que vivía porque tenía que explicarnos una cosa. Llamó también a Raphaël, un catequista que hizo de traductor. Esto me extrañó porque ahora ya hablábamos normalmente sin traductor. Intuí que algo importante quería decirnos y no quería "incomprensiones". Y ahí empezó a hablar. Nos dijo que cuando había estado en su pueblo por el fallecimiento de su hermana mayor, su familia le explicó toda la verdad sobre la muerte de Joseph.

Joseph no había muerto ahogado. La propia familia de Joseph le había advertido que dejara a André y Jean Baptiste que hicieran el "poro". Pero Joseph se había negado diciendo que él ya había hecho una opción vital: la fe cristiana y que no quería que sus hijos tuvieran que pasar por los mismos sufrimientos que él pasó cuando era joven. Así que no les dejaría hacer el "poro". Entonces, su familia contactó a alguien de Malí, compró un fusil y se lo dieron para que matara a Joseph. Ellos decían que si la gente del pueblo empezaba a actuar así, eso sería la muerte del "poro" y no estaban dispuestos a consentirlo.

La familia de Odette sabía esto porque el hombre de Malí lo había confesado todo porque "se había vuelto loco" (fueron sus palabras textuales) y la familia de Joseph lo había confirmado. Recuerdo que me impactó no sólo el hecho sino la forma de contarlo de Odette. Estaba entera, hablaba como de algo que ella ya intuía pero que no tenía las pruebas. Michel y yo quisimos denunciarlo pero... a quién? A los rebeldes? Denunciar a la propia familia? Esto no se hace nunca entre los Senufó, simplemente se "pide perdón" y la vida continúa. Odette no guardaba rencor, ahora sabía la verdad y podía dormir tranquila. Pero le dolía que la muerte de Joseph había sido en vano porque André había aceptado entrar en el "poro".

Yo, personalmente, considero a Joseph un mártir de la fe a pesar de todas las ambigüedades de su vida y, a pesar, de todos los enfrentamientos que tuve con él. También yo tengo mis ambigüedades e incoherencias. Creo que Joseph intentó ser fiel en lo esencial según su cosmovisión, su teología y su experiencia de Dios y de la fe. Así que cada 26 de octubre pienso en él y le pido que interceda por Odette, por su familia y por toda la comunidad de Dianra.

La vida continuó. Marie estaba en Korhogo estudiando y la verdad es que salir de Dianra le ayudó a esforzarse más en los estudios ya que ahora sacaba mejores notas y estaba más contenta consigo misma. Anne y Philippe estaban en la escuela pero a Anne no le gustaba mucho, así que había que estar siempre detrás de ella. Sin embargo, en casa los problemas aumentaban con André que había dejado embarazada a una chica por lo que tuvo que recibirla como segunda mujer. Odette me compartía todos estos sufrimientos porque, además, su úlcera le dificultaba mucho el trabajo en el campo.

Odette, presidenta de la comunidad.

En la comunidad cristiana, la presidenta de las mujeres me presentó por tercera vez su dimisión. Yo había rechazado las dos primeras pero finalmente acepté. Estaba cansada y ya no tenía fuerza para liderar a las mujeres de la comunidad. Así que tuvimos que convocar elecciones. Estuvimos sensibilizándolas para este momento sociológico y del Espíritu y llegó el día. Habían elegido a dos mujeres por cada C.E.B., así que me junté con doce mujeres en la iglesia. Como ninguna sabía leer, hicimos las votaciones en plan "confesión". Yo me senté en una esquinita con un boli y un papel y cada una venía y me decía en secreto por quién votaba. La elegida fue: ¡¡¡Odette!!!

Me pareció extraño porque Odette normalmente llegaba tarde a las reuniones de la coral (que era su grupo de referencia) y, además, le encantaba cotillear todos los problemas de la comunidad. Recuerdo que cuando dije el resultado de las votaciones, algunas mujeres pusieron "cara de póker" (las que no la habían votado) y, luego, cuando se lo comuniqué al resto de la comunidad, también hubo un número no indiferente que se extrañó.

En ese momento, yo creo que junto con Michel "nos la jugamos" aceptando este resultado. Pocas personas confiaban en Odette como líder de las mujeres pero nosotros quisimos apoyarla totalmente. También por el testimonio que estaba dando, ya que después de la muerte de Joseph no se había convertido en la segunda o la tercera mujer de alguien, como normalmente pasa por estas tierras sino que había confiado en Dios, en sus hijos y en la iglesia.

Y, bueno, la verdad es que su elección fue providencial. Tomó las riendas del grupo de mujeres, las convocaba en reuniones, apoyó las formaciones para sensibilizar contra la práctica de las mutilaciones genitales femeninas y hasta conseguimos sacar a las mujeres de la cocina y la fregona. Empezaron a tener reuniones mensuales de diálogo, sensibilización y programación. E incluso organizamos el primer encuentro de mujeres de toda la parroquia que duró tres días y fue todo un éxito.

A todo esto se añadió que en la parroquia empezamos un proyecto de microcréditos a grupos de mujeres y Odette entró en uno de estos programas, con lo que consiguió montarse un pequeño comercio de venta de comida (no me atrevo a llamarlo "restaurante"). Se construyó una cocina, un sitio cubierto con una mesa y cuatro bancos y un pequeño almacén. Se colocó en un sitio estratégico de Dianra donde no había muchas competidoras y poco a poco se fue ganando la vida. Alternaba el trabajo en el campo con este negocio. Odette estaba "resucitando". Podía vivir "sola", ser autónoma, salir adelante en su vida y dar una educación a sus hijos. Los problemas continuaban en la familia pero aprendió a convivir y a gestionarlos con la mayor sabiduría posible y una gran fe en Dios Padre-Madre.

Odette me ha evangelizado mucho. Me ha demostrado que la fe en el Dios de Jesús es capaz de superar barreras culturales, familiares, comunitarias y personales. Odette es para mí evangelio vivo, historizado. Es una mujer de su cultura que ha inculturado el evangelio y lo está recreando. Y todo esto os lo comparto porque la misión es esto: cotidianeidad, ambigüedad, camino y pasión.

Un abrazo. Si queréis, otro día ya os contaré otra historia: la de Raphaël, la de Thérèse, la de Jacqueline, la de Thomas, la de Rachel... Para mí la misión y el compromiso con este mundo no son números sino rostros, historias concretas, personas crucificadas-resucitadas.

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