miércoles, 1 de septiembre de 2010

Experiencias en el norte congoleño

Mbote, bandeko!

Aquí estoy dispuesto a seguir compartiendo con vosotr@s mi experiencia por el norte congoleño (mientras la prensa habla del borrador del informe de la ONU sobre el genocidio hutu a manos de las milicias tutsi y el AFDL -el movimiento armado que condujo al poder a Laurent Kabila-. También he leído algo sobre un brote de viruela en el Congo "30 años después". Bueno, eso lo dejo para los macros, hoy prefiero concentrarme en lo micro, que es lo que más me ha tocado el corazón durante este verano.

Como os decía hace 10 días, Ekango es el campamento pigmeo donde los missioneros de la Consolata van con mayor regularidad. En la primera foto que os mandé el otro día se ve detrás la casa de los Consolatos, fue construida por los pigmeos y, si os fijáis bien, en el ángulo izquierdo se puede apreciar un panel solar "de quita y pon".

Normalmente, el misionero pasa unos tres o cuatro días a la semana en este campamento y su presencia está centrada en las áreas de la agricultura (ya que los pigmeos son cazadores), la salud, la educación, la gestión de conflictos (con los bantúes) y la presencia y la vida con ellos.

Es una presencia que me impresionó mucho porque exige bastante físicamente pero se recibe mucho afectivamente de la amistad con los pigmeos Bangbuti.

Hay dos animadores bantúes (que se ven en la primera foto que os mando y en la de la otra semana) que están construyendo su casa en el campamento, con lo que se podrá asegurar su presencia permanente y su función de mediadores interculturales.

En esta foto se pueden apreciar las prácticas de tiro de los pigmeos para poder luego darse a la caza. Me impresionó su gestión del tiempo, la absorción de antivalores de las culturas bantúes (alcohol, sobretodo), su disponibilidad y su fortaleza, ya que su medio donde se sienten más a gusto es en la selva.

Habría mucho que compartir de este tipo de presencia pero yo lo resumiría en una expresión que nos comentó Paulo Suess en el curso que hice en Brasil hace tres años: "es hora de pasar del ad gentes al inter gentes". Bueno, pues más o menos es eso lo que los misioneros de la Consolata están intentando hacer con esta presencia.

Yo casi puedo decir que hasta me sentí orgulloso de pertenecer a esta familia que está en esta situación tan de frontera, tan a la periferia, tan... en la selva.

Bueno, otro día os sigo contando mi viaje por el norte.

Abrazos, besos y.. ¡Felicidades a Fernando y Alicia, veinte años!

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Fraternellement, Ramón


1 comentario:

Nsimalen dijo...

Casi 4 meses sin noticias. ¿Qué ha pasado, Ramón?