lunes, 5 de octubre de 2009

Ramón viene de nuevo (y con ganas)

Hoy ha salido un día precioso. Los amaneceres y los atardeceres son veloces y casi no te da tiempo a paladearlos. A veces, lo más precioso parece que se nos vaya de las manos, sin embargo, siempre está ahí, dispuesto a ser saboreado.
Me levanté a las cuatro y media de la mañana para acompañar a Flavio y a Ivo al aeropuerto. El primero volvía... 12 años después; y el segundo simplemente volvía a su misión después de un breve periodo de convalecencia en Kin a causa de su rodilla. Las calles comenzaban a llenarse de gente que iba y venía. Parece como si el tiempo no se detenga en Kin. Siempre hay gente en la calle. La vida tiene algo más de tarea que de don y hay que intentar buscar (y encontrar) lo que podrá alimentar a cada uno. Flavio comenta que la ciudad parece más degradada que hace doce años...

Después de acompañarlos, regreso a casa. Hoy el Señor me había reservado una preciosa sorpresa. Un montón de niñ@s de los alrededores han venido a verme. Hacía cuatro meses que yo había estado fuera, en otra casa que tenemos más al oeste de Kin, a unos 17 km de donde estoy ahora. Así que decidieron venir y pasar un ratico conmigo: jugamos, reímos, comimos los primeros mangos que ya empiezan a madurar y algunos se quedaron a comer en casa. Fue muy bonito. La mayoriía ya había empezado el colegio, uno me comentó que no iba a la escuela pero no me quiso decir más...

Como llevábamos todo el día sin electricidad, salí con Sympho para ver a los vecinos y organizarnos. Conclusión: había que ir a la central y buscar a algún operario. ¡Pero era domingo! No importa, si no vamos, no van a venir. Así que Sympho se fue para allá y yo me quedé en casa para la oración de la tarde con los chavales. Sympho consiguió encontrar a alguien, lo metió en el coche, lo llevó a la cabina de electricidad de nuestro barrio y en menos de dos minutos arregló el problema. Así es Kin, si tú no te mueves, nadie se mueve, pero si confías en tus posibilidades, se pueden obrar hasta milagros (ya me diréis quién es el agente de Endesa que va a venir a las siete de la tarde de un domingo a repararte un problema).

No os prometo nada, sólo espero retomar este medio para compartiros lo que vivo, lo que siento, lo que pienso, lo que sueño, lo que rezo, lo que contemplo, lo que espero, lo que añoro, lo que lamento, lo que denuncio, lo que comparto y... lo que crezco.

Un abrazo y... ya sabéis que el Dios de las Pequeñas Cosas nos siga descubriendo la Gratuidad de su Amor.

Ramón

1 comentario:

Lidia de Santiago dijo...

¡Hola Ramón! Soy Carmen, he visto tu correo y he entrado a leer tu blog, que ya lo echaba yo de menos...¡Qué alegría leerte de nuevo! No te prometo nada... pero intentaré seguirte de nuevo y mandarte algún comentario de vez en cuando. Un beso enorme. Carmen